Carta Nº 1

Juantánamo, 10 de Julio de 2012

Estimado y desocupado internauta, espero que a la recepción de la presente te encuentres mejor de salud (mental) que yo. 

Soy muy consciente de que la red te ofrece muchas más opciones que la de dedicar más de 5 minutos a leer estas modestas líneas, por eso será mi empeño el de ser siempre breve y directo (tampoco es que yo tenga mucho tiempo para esto, la verdad...); por eso, y evitando un estilo cervantino para el que Dios no me ha mostrado aún el camino (mecagaüen-sus-muelas), quiero poner a disposición de todos aquellos que crean que les pueda ir bien para su sentido común, un ancestral medicamento de "fórmula magistral" que me dejó en herencia mi padre Faustino, que en Gloria esté. 

Se llama "pastillas para el sentido común" (de cajón) y, a pesar de los recortes impuestos en sanidad por los muy hidalgos señores Soros, Draghi, Golman Sachs (o Sharks o como se diga, que soy de pueblo y de altas finanzas ando con lo justo) y de toda su puta raza, a pesar digo, SON GRATIS. 

Cierto es también, he de reconocer, que se trata de un medicamento de "baja intensidad" (¿?) como diría la Excelentísima Ministra de Sanidad Dña. Ana Mato, y que en muchos pacientes, no sólo se muestra como un simple y relajante placebo, sino que en ocasiones (es mi caso, y otros ya diagnosticados) produce una mala hostia y unas ganas de darle una patada en los cojones a más de uno que resulta un pelín molesto. Pero vaya, estate tranquilo amigo internauta, porque los beneficios que supone para la cabeza tener un mínimo de sentido común, libre y despejado, son mucho más estimulantes que los referidos efectos secundarios, que en todo caso y a falta de más ensayos clínicos, parecen transitorios.

Y nada más por hoy, en espera de tu amable y crítica respuesta, recibe un cordial saludo.

Siempre tuyo

Juan